BUENOS AIRES (NA) — La delegación de Boca protagonizó anoche un escándalo de graves dimensiones al entablar una pelea con los efectivos de seguridad en el vestuario del estadio “Mineirao” de Belo Horizonte, tras la eliminación en octavos de final de la Copa Libertadores y que derivaron en la demora de al menos ocho integrantes en la comisaría, entre ellos cinco futbolistas.
Se trata de Sebastián Villa, Carlos Zambrano, Marcos Rojo, Carlos Izquierdoz y Javier García, quienes fueron requeridos por la Policía Militar luego de los incidentes y, en la voz del entrenador Miguel Ángel Russo, se supo que toda la delegación permanecerá en Belo Horizonte hasta resolver esa situación.
El delito por el que se acusa a los futbolistas -más Raúl Cascini, Jorge Bermúdez y el entrenador de arqueros Fernando Gayoso- es el de “crímenes contra el patrimonio”, según explicó la Policía Militar a Russo, cuando impidió que partiera el micro que los iba a llevar desde el estadio “Mineirao” hasta el aeropuerto.
“De acá nos vamos todos o ninguno”, se alcanzó a escuchar decir a Russo al responsable de la Policía Militar que le comunicó la decisión. La delegación tenía como límite para retornar las 2
El principal foco del conflicto fue el de Raúl Cascini, miembro del Consejo de Fútbol liderado por el vicepresidente Juan Román Riquelme, con un miembro de seguridad privada, que luego escaló hasta el resto de la delegación y los propios jugadores.
Según las primeras informaciones e imágenes de video que trascendieron, Cascini intentó ir a buscar a un integrantes de Atlético Mineiro, pero los miembros de seguridad privada quisieron impedirlo.
Sin embargo, con el apoyo de los jugadores, consiguieron pararse frente a la puerta del vestuario del “Galo”, donde el propio presidente local les revoleó algunas botellas de agua para intentar que depongan su actitud.