NEUQUÉN (ED). — Se ha dicho hasta el cansancio que los mandatos del feminismo extremo condicionaron a jueces que, por temor a eventuales represalias (de eso se tratan los escraches) se despojaron de su obligación de hacer justicia e inclinaron deliberantemente la balanza.
Eso se observó con alarmante y hasta escandalosa nitidez en el Fuero de Familia de la provincia de Neuquén, donde a magistrados les alcanzaba con una denuncia para interrumpir el vínculo entre padres e hijos. Se procedía de esa forma precipitada e irresponsable, sin constatar la veracidad de las acusaciones. Y se sabía que en su gran mayoría eran denuncias falsas. Las consecuencias fueron y son catastróficas no sólo para padres y abuelos, sino también para los propios pequeños.
El cambio en el escenario nacional trajo nuevos vientos en procura de algo tan elemental (y lógico), pero escaso, como la igual ante la ley. No obstante, en Neuquén nada ha cambiado y las presiones del fundamentalismo y la sinrazón continúan condicionando a quienes deben impartir justicia. No a todos, claro. Pero sí a muchos; quizá muchísimos. De eso da cuenta con sus permanentes reclamos la organización Padres de Río Negro y Neuquén, que este lunes y martes (desde las 8) protesta en el edificio judicial de las calles Leloir y Entre Ríos, de esta capital.
El respaldo es para Germán Mauro, un neuquino al que llevaron a juicio a partir de una falsa denuncia, según indicó. Las falsas denuncias les generan múltiples perjuicios a los niños, que son separados de sus padres sin que se analice la situación con la seriedad que semejante decisión requiere. Tal es el drama que, en muchos casos, cuando se resuelve la cuestión ya no son niños.
El problema es nacional y es por eso que integrantes de distintas agrupaciones viajaron desde Buenos Aires para apoyar a este neuquino. Lo hicieron referentes del Frente de Mujeres Argentinas, Infancia Compartida, Derecho a la defensa, No más hijos rehenes, Federación argentina de acción por la niñez y Fundación Morelli.
Aseguran que las falsas denuncias arruinan a familias enteras y reclaman algo tan básico como “justicia e igualdad ante la ley”, frente a las que consideran decisiones precipitadas con las que hacen prevalecer las imposiciones de una “época” ya caduca por sobre los derechos superiores de los niños.
El 10 de diciembre hubo un cambio en la Argentina, pero hay jueces que siguen abrazados a un manual no escrito, pleno de arbitrariedades nacidas de la imposición ideológica que los tomó de rehenes.