NEUQUÉN (ED) — El infame discurso de la patria grande se hizo añicos contra la realidad, una vez más. Y lamentablemente lo hizo de la manera más cruel e indignante posible: un neuquino fue apuñalado por un asesino, en Bolivia, y se negaron a atenderlo por no ser de ese país.
Su último suspiro lo dio en la puerta del hospital, ante la indiferencia de las autoridades y médicos de ese país, muchos de cuyas colegas se formaron (y se siguen formando) gratis en universidades públicas de la Argentina.
¿Qué más hace falta para aceptar que la reciprocidad no existe? Bolivianos y nativos de otros países vienen a la Argentina porque tienen salud y educación gratis. Hasta acceden a viviendas y a planes sociales. Hay quienes vienen en tours sanitarios, a operarse gratis aquí. Y en la pandemia muchos tuvieron cama en los hospitales públicos, mientras morían argentinos. Pero allá un argentino se puede estar muriendo que no lo atienden. Y así quedó penosamente demostrado. Quien lo dice con todas las letras corre el riesgo de ser señalado, pero ¡No es la primera vez que ocurre!
Walter Matías Rosales tenía 35 años y un hijo de 11 años. Había viajado con su pareja y fue asesinado en Oruro, Bolivia. Fue apuñalado en el pecho por un asesino colombiano y, ahora, su familia denuncia abandono de persona porque llegó al hospital con signos vitales pero no lo quisieron atender y murió en la vereda. En Bolivia no les importan las denuncias, porque acostumbran a despreciar la vida de los extranjeros. Quien lo denuncia corre el riesgo de ser señalado por los hipócritas del discurso fácil.
Su mamá, Carina por Radio 7 y relató la situación: “Matías había llegado a Oruro hace un día. Estaba tomando mate con su novia en la vereda cuándo se acercó un colombiano a charlar un rato y se fue”, contó y agregó que “este hombre volvió nervioso a las 2 horas, y lo invita a mi hijo a comprar a una despensa que estaba cerca”. Matías volvió con una gaseosa abajo del brazo y se desmayó en la puerta del hotel, adelante de su novia, a quien le alcanzó a decir que había recibido una puñalada en el pecho.
Carina, desde La Quiaca rumbo a Oruro, comentó también que el chofer de la ambulancia lo discriminó diciendo que “por algo le había pasado” y “estos argentinos que vienen acá a hacer quilombo”. “Nadie le hizo RCP, ni en la ambulancia ni en el hospital”; lo dejaron en la vereda tirado y ahí se murió, relató la madre, completamente conmovida esperando justicia por su hijo. Además afirmó que un médico y dos enfermeros le dijeron a Florencia, su novia, que no iban a poder atenderlo.
Por último, la madre explicó que el asesino está en libertad, se comunicaron con la fiscal que no les dio ninguna respuesta más que consultarlos como habían conseguido su número. El cuerpo de Matías espera la autopsia en la morgue y la embajada argentina ya está trabajando para ayudar a la familia del argentino, según contó su mamá.
La televisión de Bolivia publicó, ayer por la noche, imágenes del momento en que Matías agoniza mientras su novia reclama asistencia: “Nos negaron un teléfono para llamar asistencia, nos trataron de drogadictos cuándo no consumimos nada, nos dijeron que no había ambulancias y hay tres”, gritó Florencia ante las cámaras.
El gobierno argentino debería advertir sobre los riesgos de viajar a un país hostil, como en la atención médica y el trato a nuestros compatriotas lo es Bolivia. Pero seguramente no lo hará.